martes, 13 de diciembre de 2016

El sífilis tras la máscara

Hablamos en esta publicación de una enfermedad con gran trascendencia a lo largo de la historia, con muchas curiosidades, que pervive a día de hoy de manera sigilosa en nuestra sociedad. Es una enfermedad infecciosa causada por una bacteria: el Sífilis. Su nombre proviene del griego siph: cerdo y philus: amor. Recuerda al personaje de una obra, llamado Syphilo, que fue castigado por los dioses a sufrir una terrible enfermedad. 
La bacteria causante de la enfermedad es el Treponema pallidum. Se adquiere fundamentalmente por contacto sexual y es transmisible a la descendencia. Es de evolución crónica, con períodos de exacerbación y latencia.

Ha recibido a través de la historia, diferentes nombres: el venéreo, pudendagra (nombre dado por Gaspar de Torella, historiador, matemático, que se ocupó de la descripción de la enfermedad en 1497); mal gálico, mal francés, mal napolitano, enfermedad de las bubas en España, púa de los indios, frenk pocken de los alemanes y los ingleses, grande vérole en Francia.

El término sífilis fue introducido por un médico veronés, profesor de filosofía y lógica, geógrafo, astrónomo, matemático: Girolamo Fracastoro, quien en 1530 publicó un extenso poema "Syphilis sive morbos gallicus". En el que describió con todo detalle la enfermedad y propuso ese nombre en honor a un pastor de nombre Syphilo que fue castigado por el dios Apolo, a sufrir la enfermedad, por haber blasfemado al dios Sol, Apolo, como comentábamos a principio de la entrada.

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Desde el año 1500 hasta principios del siglo XX el tratamiento de la sífilis dependía del mercurio. Tenía una gran variedad de formas de aplicación. 
Ehrlich en 1907, patentó el compuesto 606 o Salvarsan y en 1910, el Neo-Salvarsan o Arsfenamina (compuesto 914). Por estos descubrimientos recibió el Premio Nobel. 



Últimamente se confirmó la eficacia de la azitromicina en dosis de 500mg cada día, durante los 10 días o el régimen de 500mg en días alternos.


En Marzo de 1493 al llegar Colón al Puerto de Palos de su primer viaje, se dirigió a Sevilla y de allí cruzó toda España para llegar a Barcelona. Ya existía en España una enfermedad endémica conocida por el nombre de bubas. Al regresar de su tercer viaje con uno de sus tripulantes, Pedro Magarit, éste había adquirido la sífilis en la isla "La Española" (isla de Santo Domingo). La enfermedad fue reconocida a su vuelta porque ya se conocía en España.




Por otra parte, el capellán de Hernán Cortés escribió: "Los naturales de la isla La Española están todos infestados del venéreo, y por este motivo, los españoles que tuvieron relaciones con mujeres indias no tardaron en adquirir una enfermedad tan contagiosa como cruel".
Gracias a la Paleopatología, se estudiaron esculturas de cerámica donde se representa, con mucha probabilidad, a la sífilis. En las Indias Occidentales los indios practicaban el canibalismo, además del bestialismo. Los signos óseos encontrados en los esqueletos de México, Perú y Río Negro (Argentina) sólo se explican por la sífilis.

En el siglo XV hubo muchas epidemias. Una de ellas, grave, ocurrió en Novara. En la ciudad se declaró una disentería; en el ejército sitiador, pústulas en la cara y en todo el cuerpo. La erupción comenzaba sobre o fuera del prepucio y estaba constituida por unas pequeñas vesículas. Luego aparecían los dolores de los brazos y las piernas. Tenían los pies llenos de gruesas pústulas. Las pústulas duraban en la cara un año y a veces más, cuando no eran tratadas convenientemente. En otros puntos se habla de las úlceras en el pene, del bubón consecutivo y de las úlceras de la boca. 




La pérdida de la nariz es una de las secuelas más comunes de la sífilis en el siglo XIX. Se trataba una deformidad tan frecuente que se inventó una “prótesis” específica con motivos estéticos. De hecho, surgieron hermandades y grupos de personas sin nariz, denominadas “club sin nariz” (no nose club). El curioso invento de la prótesis de nariz no era el único invento en torno a las enfermedades de transmisión sexual. 


Aquellos que querían evitar el contagio de la sífilis u otras enfermedades podían utilizar preservativos hechos de tripa y que se sujetaban con un lazo. Sin embargo, su incomodidad y su alto precio hacían que muchos se arriesgaran a coger la sífilis o la gonorrea.


A través del paso del tiempo la plaga ha dejado de serlo. Aunque existe un incremento del número de casos en la última década, en la actualidad se la puede curar. Se utilizaron tratamientos asociados hasta comprobar fehacientemente el éxito de una terapia: la penicilina se asociaba con hipertermia y al bismuto en sus primeros años (años en los que no existían estudios doble ciego). Estas precauciones eran tomadas para evitar la evolución al temible terciarismo y la posibilidad de transmisión a la descendencia. 

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