lunes, 21 de noviembre de 2016

¿Qué es la tuberculosis?



¿Qué es?

La tuberculosis es una enfermedad causada por la Mycobacterium tuberculosis, una bacteria que casi siempre afecta a los pulmones.

¿Cómo se transmite?

La infección se transmite de persona en persona a través del aire. Cuando un enfermo de tuberculosis pulmonar, tose, estornuda o escupe, expulsa bacilos tuberculosos al aire. Si una persona inhale unos pocos bacilos ya puede resultar infectada.

Algunas personas son infectadas por el bacilo pero no han enfermado y tampoco pueden transmitir la enfermedad, es lo que se conoce como tuberculosis latente.
Las personas infectadas con el bacilo tienen una probabilidad del 10% a lo largo de la vida de enfermar por tuberculosis. Mientras que las personas inmunodeprimidas y los consumidores de tabaco entre otros, corren un riesgo mucho mayor de enfermar.

¿Cuáles son sus síntomas?

Los síntomas más habituales son los siguientes:
  • Fiebre
  • Afectación extrapulmonar
  • Tos productiva
  • Astenia
Estos síntomas pueden ser leves durante muchos meses por lo que la persona que los padece no acude al médico, con el consiguiente riesgo de que la bacteria se transmita a otros sujetos.

¿Cómo se diagnostica?

Baciloscopia de esputo: examen microscópico de muestras de esputo por técnicos de laboratorio para detectar así la bacteria de la tuberculosis. La microscopía solo detecta la mitad de los casos de tuberculosis y no es capaz de detectar si el paciente es resistente a determinados fármacos.

La prueba Xpert MTB/RIFT, esta prueba detecta de forma simultánea la tuberculosis y la resistencia a la rifampicina (fármaco más importante contra dicha enfermedad). Este método permite obtener un diagnóstico en el plazo de dos horas, está recomendado por la OMS como prueba inicial en todos los pacientes que padezcan los signos y síntomas propios de una tuberculosis.

¿Cómo se trata?

Es una enfermedad que se puede tratar y que tiene cura. Se basa en la toma de varios antibióticos durante un periodo mínimo de seis meses (Isionazida y Rifampizina son los más frecuentes) pero asociando uno o dos antibióticos más durante los primeros dos meses, para que la actuación sobre la bacteria sea más agresiva desde el principio.




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