El impétigo o piodermitis es una enfermedad de carácter infeccioso causada por bacterias, que afecta a la piel y que se da mayoritariamente en niños.
Se diferencia en infección primaria o secundaria según el desencadenante de la infección. Cuando la infección es provocada por un ataque directo a la piel, se considera primaria. Cuando se produce a raíz de otras enfermedades de la piel, se considera secundaria.
¿Qué lo provoca?
Por lo general, esta enfermedad está causada por la streptococcus pyogenes y la staphylococcus aureus, siendo la primera la causa más usual.
Estas bacterias podemos encontrarlas tanto en la piel como en la nariz. Estas atraviesan nuestra piel a través de lesiones, provocando la infección, que se traduce en enrojecimiento de la piel, inflamación y formación de ampollas.
¿Cómo se contagia?
Las bacterias, al estar presentes en la mucosa nasal y en la garganta de los pacientes, pueden ser transmitidas de una persona a otra al entrar en contacto directo con mucosa de la nariz, o con las lesiones. El contagio es mucho más frecuente en personas que han desarrollado la enfermedad. Aquellas personas que son portadoras de la bacteria pero se mantienen asintomáticas, prácticamente no transmiten la infección.
¿Cuáles son sus síntomas?
La manifestación clínica más característica son las ampollas. Estas, cuando se rompen, dan lugar a costras. Es más usual que el lugar de aparición de estas vesículas sean las zonas que no se cubren con la ropa (extremidades, cara y orejas).
Según la naturaleza de las lesiones, podemos clasificar el impétigo en bulloso y no bulloso.
El impétigo no bulloso se inicia con la aparición de una pápula de color rojo que da lugar a una ampolla. Estas ampollas se rompen de manera sencilla, y la sustancia que albergan dentro se seca muy rápido, formando una costra de un color característico (melicérica) que, por lo general, provoca picor y escozor.
Este tipo de impétigo, por lo general, afecta a cara y extremidades, y se cura sin dejar
marcas.
El impétigo bulloso es una variante del síndrome de piel escaldada. En este caso, las ampollas aumentan de tamaño, y cuando se rompen, en vez de formar costras secas, dejan unas costras de color amarillo y que producen exudado.
¿Cómo se diagnostica?
Aunque, por lo general, este se diagnostica mediante una examinación cutánea, en algunas situaciones es necesario tomar una muestra para hacer un cultivo de las bacterias presentes en la piel, y así determinar la causa de las lesiones.
¿Cómo se trata?
El tratamiento, por lo general, suele ser la administración de antibióticos, bien de aplicación cutánea, o bien antibióticos sistémicos de administración oral. Este debe acompañarse de una higiene diaria de las lesiones con algún tipo de desinfectante.
En ocasiones, el tratamiento es simplemente la desinfección de las lesiones hasta que la infección desaparece.
Cabe destacar que, si no se trata, pueden aparecer complicaciones, tales como la propagación a otras zonas del cuerpo, la aparición de cicatrices e incluso la nefritis.
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